Hoy escribo estas líneas desde un lugar mágico, los Alpes italianos , rodeado de paz, de naturaleza pura, de aire fresco y de una sensación profunda de calma…

Estoy aquí, sentado, respirando tranquilo y dejándome llevar por una de esas reflexiones que nacen cuando conectas con lo que eres de verdad. 

Y quiero contarte algo que marcó un antes y un después en mi vida.

Hace ya unos 6 o 7 años, trabajaba como entrenador personal en un espacio pequeñito en Málaga y estábamos por los Bufones de Pría de Vacaciones, en Asturias, y recuerdo asomarme a ver el mar, el acantilado, la inmensidad… 

Y de repente me invadió una sensación que no sé ni cómo explicarte: no era tristeza, ni rabia, ni coraje. Era una mezcla rara… pero muy real. Y me dije:

“Yo no quiero pasarme la vida entrenando a gente en un cubículo de 20 metros. No es esto lo que quiero para mí.”

Ese instante fue un punto de inflexión. No apagué esa voz interna. No la silencié con miedos.

Al contrario: la escuché. Y eso, Máquina, fue lo que despertó el cambio.